EN HONOR A SCHEVI

Lo más bonito pa’ mis ojos, esa fue mi despedida para ti, y tú me dijiste lo fantasiosa que era, esbozando una sonrisa con la poca energía que te quedaba. Esa fue tu despedida para mí.
La sonrisa que se quedará guardada en mis retinas y en mi alma para toda la vida.

Tu nieta preguntaba por ti a cada rato.
Le hemos dicho que te has convertido en una rama de la encina de casa. Esa encina que tanto coraje me daba, pero que tú amabas y que ahora amo yo, porque sé que el amor que nos tenías era tan robusto como su tronco.

Me quedaré para siempre con nuestras charlas de todo y de nada, y con cómo te reías de mis ocurrencias.
Con cómo mirabas a tu nieta, esa que tanta vida te dio y a la que amabas por encima de todo. Te aseguro que siempre te tendrá presente: su Bubu, ese al que tanto quiere y querrá.
Ojalá encuentre en el futuro a alguien que la mire como solías hacer tú.
No te puedo negar que se me romperá el corazón cada vez que la escuche llamarte, pero también es una forma de saber lo muchísimo que has sido para ella desde que nació.
Yo sé que os despedisteis de cierta manera.

Puedes sentirte orgulloso de todo lo que has hecho en vida: de lo buen hijo, hermano, marido, padre y, sobre todo, del buen abuelo que has sido.

Te fuiste tranquilo y rodeado de amor.
A tu lado, mamá no te dejó ni un segundo; la que te sostenía la mano y te sostenía a ti desde que nos dieron la noticia de tu enfermedad.
Tía Conchi, que velaba por los dos a cada momento, y tío Roberto y tía Encarni.

Te esperaste a que nos fuéramos Miguel y yo para que no te viéramos partir y no pasáramos por ese momento que tanto dolor nos ha dejado.
Es duro andar por casa y no verte, entrar al salón y ver tu sillón vacío.
Pero sé que estás con nosotros.

Mamá está “bien”, la cuidamos cada día y disfruta de la gordi por ti y por ella.
Miguel se siente orgulloso del padre que ha tenido.
Y yo… ay, abuelo, qué te digo… que te quiero.

Cuando te dijimos adiós por última vez, el cielo lloraba tu pérdida.
Pero el tanatorio estaba rebosante de gente: esa gente que te quería, que te admiraba… no habrá otro como tú.

Te han dedicado palabras increíbles y llenas de amor.
Federico Navarro nos contó sobre vuestra infancia y sobre todo lo que habéis vivido juntos. Qué gran persona y qué amistad tan bonita.
Desde Fuente Palmera te brindaron también su confianza y respeto, y el excelentísimo alcalde Francisco Javier Ruiz Moro nos contó lo excelente compañero y trabajador que eras.
Y Salvador Blanco fue quien culminó el acto de despedida narrando la admiración profunda que siente hacia ti y la encomiable labor que has hecho a su lado durante tantísimos años.

Hoy, tengo el honor de publicar en tu blog la despedida que te hicieron, pero, sobre todo, tengo el honor de despedir o cerrar el ciclo de Celtibético.

Sin más, me despido de todos.
Y me despido (de nuevo) de ti.
Que la tierra te sea leve Bubu.
Tu familia: Los Domínguez Santos Agudo te amamos.

Ana María Agudo.