Vuelta a La Puebla para la Candelaria

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La fiesta de la Candelaria sigue viva, aunque en algunos lugares haya desaparecido o esté presente con menos vigor que en otros tiempos.  El aumento del nivel de vida, con la lógica mejora en nuestras poblaciones, en lo que a equipamiento urbano se refiere, ha hecho que cada vez haya menos candelas en nuestros pueblos, por los daños que el fuego provoca. Aun así, en algunos puntos de nuestro entorno, cada vez tiene más pujanza. Es el caso de La Puebla de los Infantes, población cercana a Palma del Río, en la Sierra Norte de Sevilla, a la que vamos casi todos los años desde hace una buena temporada, por motivos familiares. La celebración del Encuentro de Paramotores (este año en su 24 edición), además del empuje de los vecinos, potencia, sin duda, esta fiesta popular. El año pasado dediqué una entrada a la visita que realizamos para la Candelaria, y terminé con «El año que viene volveremos.» Así ha ocurrido.

Las candelas que hemos visto, mejor dicho los boliches (el montón de leña) y los muñecos que hemos visto para ser quemados en el fuego ritual, pues nos hemos desplazado por la tarde antes de que prendieran el fuego en cada barrio, han vuelto a tocar temas de actualidad. Muestro algunas fotografías de diferentes zonas.

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La ecología y el futuro de nuestro planeta ha estado presente en buena parte de las candelas. Como esa donde hablaban irónicamente de lo limpias que están las aguas del pantano de José Torán (el embalse que está cerca, y donde se celebra la concentración de paramotores), en el que van a refugiarse animales marinos envenenados y atacados por los dichosos plásticos que contaminan las aguas de nuestro planeta.

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También el calentamiento global tuvo su presencia en otra candela, incluso con la emisión de un vídeo en una pantalla, sobre este tema, que sirvió incluso para que los niños se concienciasen de este enorme problema a escala mundial.

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Hubo recuerdos entrañables para profesiones antiguas, como la de las telefonistas que nos comunicaban antes de que la marcación automática se extendiera y generalizara. El letrero seguro que traerá muchos recuerdos a  los más mayores.

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La exhumación de los restos del general Franco del Valle de los Caídos también tuvo su recuerdo en esta otra candela, comentada con el gracejo popular que caracteriza este tipo de fiestas.

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Como popular es esta otra muestra de «mobiliario urbano», que vimos de paso, entre candela y candela: una fuente callejera, que servía tanto para surtir de agua a la población como para que calmasen su sed los animales de transporte y carga que antaño eran útiles imprescindibles en poblaciones rurales como esta.

Las fogatas fueron prendidas, tras el paso del  jurado que valora y puntúa a las que entran en concurso (por cierto, este año, uno de ellos familiar de mi mujer), como muestra este vídeo, donde encienden el boliche por diversos puntos ayudados de un combustible guardado en una botella de plástico.

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Como siempre, terminamos en la Candela de la Cruz, degustando (como en ocasiones anteriores) las exquisitas sopaipas con las que el vecindario de La Puebla repone fuerzas tras montar las candelas y con las que obsequian con generosa hospitalidad a todo el que se acerca para visitarles.

Ya llegó el invierno, aunque no lo parezca

20151206_172100A2aHoy hemos tenido comida en familia, como, desde hace años, todos los 25 de diciembre. Ha surgido la conversación del origen pagano de esta fiesta cercana al solsticio de invierno. Su adaptación al rito cristiano, y los cambios en el calendario desde que la Iglesia impone su cronología. Como siempre, hemos pasado un buen rato, hoy, tras la cena de anoche, más reducida y luego el rito de «Papá Noel», para compartir con los miembros de mi familia, que se desplazan a Palma del Río, otros buenos momentos. Eso sí, aunque el invierno llegó en el calendario, el tiempo lluvioso nos ha dado una tregua, y el frío sigue sin aparecer por estas latitudes, a diferencia de otras ocasiones. Será el cambio climático. O no. Da igual, ese es otro motivo de conversación. Y favorece la convivencia. ¡Felices fiestas!

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Un año más hemos acudido puntuales a nuestra cita en el cercano municipio sevillano de La Puebla de los Infantes, situado en la Sierra Norte, y a pocos kilómetros de Palma del Río.

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Y, como siempre, hemos dado un paseo por la tarde, todavía con luz solar, para ver los boliches donde se colocan los muñecos que serán pasto de las llamas al ser encendidas las candelas al anochecer.

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La tarde fue muy fría, casi más que la noche. Por ello no vimos demasiados emplazamientos. Además de que encontrarnos con conocidos y familiares hizo que nos entretuviésemos más de la cuenta. Así que no muestro tantas fotografías como en años anteriores. Destaco la primera, por su emotividad, ya que hace referencia a los antiguos juegos de niños, como el diábolo, la comba, o los cromos. Algo ya superado por las nuevos juegos electrónicos.

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Foto de Laura Velasco

También encontramos referencias de actualidad, como la hoguera que nos recordaba la marginación de la mujer o las agresiones que sufren las mujeres por el hecho de serlo. Algo que no debemos dejar de lado, pese a los intentos de algunos por acallar las reivindicaciones feministas y ocultar esta grave realidad social.

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Foto de Laura Velasco

Las menciones a la agricultura también tuvieron su sitio, algo lógico en un pueblo fundamentalmente agrícola como es La Puebla, donde el olivo, sus productos y sus derivados tienen una presencia importante en su economía.

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Justamente por eso nos llamó la atención un instrumento fundamental en el campo, como es el tractor, al que encontramos junto a la hoguera de la Cruz (a la que vamos todos los años por ser sus organizadores amigos de la tía Conchita y por participar en ella mi amigo de instituto, Pedro González Chincolla).

Un tractor de 1954, que había participado en una Ruta de Sierra Morena de Tractor Clásico, y al que grabé en este vídeo, donde su dueños nos muestras su sistema de encendido del motor. «Viejas tecnologías» al servicio del campo.

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Después de degustar las famosas sopaipas y el chocolate que generosamente nos ofrecieron nuestros amigos cucharros, y tras cenar en El Guinda, volvimos a Palma a refugiarnos del frío invernal y nocturno, que en alguna medida las hogueras intentaron paliar, a pesar de la lluvia intensa que el viernes intentó fastidiar los preparativos. Y afortunadamente no lo consiguió. El año que viene volveremos.

 

Visitamos la Danza de Los Locos y el Baile del Oso, en Fuente Carreteros

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Fuente Carreteros es un municipio cercano a Palma del Río. Hasta octubre de este año era una aldea de Fuente Palmera, en cuyo ayuntamiento trabajo como funcionario desde junio. Hoy día, con otros pueblos de Andalucía (dos cordobeses), Fuente Carreteros es municipio independiente, por decreto de la Junta de Andalucía.

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Monumento a la Danza de Los Locos y el Baile del Oso

Mi relación con este nuevo municipio viene de lejos. En el instituto de bachillerato compartí amistades y compañeros de allí, como Toñi Martínez, con quien mantuve amistad después de pasar por el centro. El primer alcalde democrático de Fuente Palmera es originario de Fuente Carreteros, Antonio Díaz Aguilar, una persona cercana y cariñosa, al que vi en noviembre pasado y nos saludamos efusivamente, pues mantenemos relación (ya menos frecuente) desde que fui elegido concejal en Palma del Río. Su hermano Francisco, otra estupenda persona, fue durante unos años alcalde pedáneo de la aldea y pude saludarlo el viernes pasado, cuando visitamos esta población.

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Los Locos, el capitán de espadas, la loquilla y los músicos, en la plaza, delante de la iglesia

La fiesta más conocida y original de esta localidad es el llamado Baile o Danza de Los Locos, que tiene lugar el 28 de diciembre, festividad de los Santos Inocentes. Es una tradición que muchos consideran traída por los colonos centroeuropeos que se asentaron en estas tierras con el llamado “Fuero de las nuevas poblaciones” de Andalucía y Sierra Morena, de 1767, otorgado por el rey Carlos III, y por el que se crearon los municipios de Fuente Palmera, La Carlota y San Sebastián de los Ballesteros, en Córdoba. En Sevilla y Jaén se crearon otros más. Ese mismo Día de los Inocentes se completan los bailes con el Baile del Oso, otra tradición exótica.

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Foto de Diario Córdoba. Los Locos y la loquilla. Entre el público, el autor (con gafas de sol y gorra) y la familia

A Fuente Carreteros se le conoce por la aldea o el pueblo de los italianos, porque la mayoría de los que se asentaron allí provenían de la península italiana. Otros colonos llegaron a las tierras de Fuente Palmera desde Francia, Bélgica, Suiza, y Alemania. Muchos se encontraron un ambiente hostil y también muchos murieron a causa de las enfermedades contraídas en los despoblados que ocuparon, mientras que otros se quedaron mezclándose con colonos procedentes de otras partes de España, como Cataluña, Valencia, Badajoz o de la misma Andalucía. En los apellidos y la fisonomía de muchos colonos y carretereños se aprecia ese origen centroeuropeo (Hens, Morello, Yamuza, Beurno, Rossi, Dugo…) y español, pero foráneo (Castell, Tristell…). Y seguramente estas tradiciones que comentamos las trajeran los primeros de aquellas tierras lejanas.

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Escopetero, loquilla bailando y locos

En Fuente Carreteros vivió muchos años una prima mía, hija de mi tía Amadora Valdés, Josefa Ardanuy Valdés, a la que conocíamos en casa por “Pepita”. Amadora era hermana mayor de mi padre, fruto de un matrimonio de mi abuela Adelina Godoy, anterior al que tuvo con mi abuelo José Domínguez. Por eso no coinciden los apellidos. Creo que en 2010 se fue a vivir a Gelves (Sevilla), y hace poco entablé amistad por el Facebook con uno de sus hijos, José Aguilar Ardanuy. Así que por parte familiar también he tenido vínculos con esta población.

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Saludo, mientras que el escopetero hace un disparo

Pues, por sorprendente que parezca, y a pesar de tanta relación, nunca había visto en persona la Danza de los Locos, ni el Baile del Oso. Nunca había estado en Fuente Carreteros un 28 de diciembre. Hasta el viernes pasado, que me desplacé con Ana, mi mujer, y mis cuñadas Conchi y Lolita, y mi cuñado Ramón. Mi hermano Roberto, con su familia (sobre todo cuando sus hijos eran más chicos), ha estado presenciando varios años esta fiesta, pero, por un motivo u otro, yo nunca les había acompañado. El viernes sí coincidimos Encarni, su mujer, con Rufina (la madre) y nosotros en la plaza del pueblo viendo los bailes.

Mucha gente de fuera se congregó allí el viernes, muchos palmeños incluidos. La Danza de los Locos está en trance de ser declarada, por la Junta de Andalucía, Bien de Interés Cultural, así que se sumaba un atractivo más para conocerla directamente. Además el pueblo tiene más razones para la alegría, ya que durante estos meses pasados se ha estado celebrando el 250 aniversario del Fuero de Las Nuevas Poblaciones, junto con otros municipios, y, como decía al principio, desde octubre alcanzaron un objetivo largamente perseguido, ser municipio independiente. Así que había ambiente justificado de fiesta.

Llegamos con tiempo para coger buen sitio en la Plaza Real y ver sin problemas las danzas. Nos ofrecieron roscos y pestiños unas amables paisanas, algunas ataviadas con vestimentas que evocaban los orígenes de los antiguos pobladores europeos. También unas copas de licor de anís. Y los disparos de lo que antes eran trabucos y ahora escopetas de cartuchos anunciaron el inicio del espectáculo folclórico ancestral. Una tradición que se recuperó a principios de los años ochenta del siglo pasado, gracias a la memoria de los ancianos del lugar, que no permitieron que se perdiera este elemento cultural tan interesante. Después se ofreció un potaje en la Casa Grande.

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El oso y el domador entran en escena, mientras los locos saludan

Esta Danza de los Locos dicen que representa la matanza de los inocentes que ordenó Herodes y nos cuenta la Biblia. Las mujeres quieren ocultar y proteger a sus hijos (representados por la “loquilla”) y se vuelven locas por ello, por ello los danzantes visten de mujer, acompañados de músicos que tañen instrumentos como las guitarras, el pandero o la “carrasquiña”, originaria de la zona. El baile del oso se interpreta después de los Locos y en él vemos más claramente el origen centroeuropeo. Quien quiera profundizar en el origen, desarrollo y curiosidades de estas danzas puede hacerlo consultando esta página del Ayuntamiento carretereño.

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Pasos del baile, a la izquierda un escopetero

En fin, que echamos una buena mañana en esta población vecina, conociendo de primera mano estas costumbres ancestrales, curiosas y tan entrañables.